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Captagon, la cocaína de los pobres

Por años, fue utilizada como antidepresivo de prescripción médica en Occidente, aunque luego pasó a estar prohibida cuando se demostró su elevado potencial adictivo.

Hasta hace no mucho, se denunció que su producción era una de las fuentes de ingresos del autodenominado Estado Islámico, por lo que se le llegó a llamar incluso la "droga de los terroristas".

Ahora, investigaciones aseguran que su producción y distribución a gran escala por el Golfo Pérsico y el Levante es un tema de Estado.

"Nuestro estudio mostró que el captagon se ha convertido en la principal fuente de ingresos para el gobierno sirio", dice a BBC Mundo Caroline Rose, investigadora del Newlines Institute for Policy and Strategy, un think tank con sede en Washington que recientemente publicó una exhaustiva investigación sobre la producción de la droga en Siria.

"Todo sugiere que personas cercanas a (el presidente sirio) Bashar Al-Assad, incluido su hermano menor, Maher al-Assad, que es el comandante de la Cuarta División Blindada del ejército (una unidad de élite), están detrás de este negocio que se ha convertido en el principal producto de exportación de Siria", agrega.

El gobierno sirio ha negado en numerosas ocasiones estar implicado en la producción de captagon y asegura que los numerosos reportes y estudios que lo señalan son falsos.

"Siria juega un papel importante en el apoyo a los esfuerzos de la comunidad internacional para combatir el crimen en general, especialmente la lucha contra el narcotráfico", escribió en diciembre pasado en Facebook el Ministerio del Interior del país.

El comunicado aseguraba que "Siria sigue desempeñando un papel importante en el apoyo a la comunidad internacional para combatir el crimen en general y las drogas, en particular".

El ministro de Interior de Siria, Muhammad al-Rahmoun, dijo al medio estatal Athrpress en octubre de 2021 que "Siria es un país libre de drogas", pero que su ubicación geográfica "lo convierte en un país de tránsito".

Sin embargo, el estudio del Newlines Institute for Policy and Strategy no es el único que ha señalado al gobierno sirio.

Reportes de la guardias costeras de varios países, incluidos Italia y Jordania, e investigaciones de The New York Times y The Guardian, del Proyecto de Reporte de Corrupción y Crimen Organizado (OCCR) y del Centro de Análisis e Investigaciones Operacionales (COAR) también apuntan hacia Damasco.

"La carencia de actividades económicas convencionales ha aumentado el atractivo relativo de la especulación de drogas a escala industrial, que ha sido capturada y controlada en gran medida por narcoempresarios vinculados al régimen del presidente sirio Bashar al-Assad y los aliados extranjeros del régimen", indicó el COAR el año pasado.

Con la economía siria hecha añicos tras una década de guerra y sin capacidad de recuperación por las sanciones internacionales, el captagon se ha convertido en una industria multimillonaria, según las investigaciones.

"Las áreas en las que la producción de captagon es más pronunciada son las controladas por el régimen de al-Assad y por sus familiares cercanos", dice Ian Larson, analista del COAR.

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