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Resiliencia: cuerpo a cuerpo con el virus

En Madrid al canto de los gorriones ya no le ahogaba el ruido del tráfico ensordecedor durante el estado de alarma. La ciudad se había trasformado en un escenario espectral, con calles desiertas donde antes bullía el alegre frenesí del ir y venir de la gente. Una calma tensa, rota por el sonido estridente de las ambulancias, las sirenas de la policía y los coches fúnebres que anunciaban el edificio al que había visitado la muerte.

Entretanto, un enjambre de personal especializado de intervención en emergencias como policía, guardia civil, bomberos y unidad militar de emergencias (UME) patrullaban las calles silenciosas y atendían situaciones críticas. Eran trabajadores en primera línea sometidos a excepcionales condiciones de estrés. Debían hacer frente a una enorme carga mental, física y emocional en un escenario pandémico de gran incertidumbre. Continuar leyendo.

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